¿Conoces la relación entre audición y demencia?

La demencia es una enfermedad muy compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por un deterioro de la función cognitiva y pérdida de memoria en los pacientes que la sufren. Lo que a menudo provoca graves dificultades en las actividades cotidianas, así como en las interacciones sociales. Aunque las causas de la demencia son multifacéticas, los investigadores han estudiado la relación entre la pérdida de audición y la demencia, arrojando luz sobre posibles vínculos y factores de riesgo compartidos. Cabe destacar la importancia de comprender esta asociación tanto para los profesionales médicos como para las personas que buscan preservar la salud cognitiva.

El sistema auditivo humano desempeña un papel vital en nuestra percepción del mundo.

El sonido no sólo es crucial para la comunicación, sino que también contribuye a diversos procesos cognitivos, como la atención, la memoria y la comprensión del lenguaje. A medida que envejecemos, es normal que disminuya nuestra capacidad auditiva, una afección conocida como presbiacusia. Sin embargo, estudios recientes han revelado que la pérdida de audición no tratada puede tener consecuencias más profundas de lo que se creía, aumentando potencialmente el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.

La pérdida auditiva es la incapacidad parcial o total de oír sonidos en uno o ambos oídos.

Puede producirse de forma gradual o repentina. Esto es debido a diversos factores como pueden ser la edad, la exposición al ruido, la genética, las infecciones o los traumatismos, etc. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 466 millones de personas sufren en la actualidad pérdida de audición discapacitante en todo el mundo, y se prevé que la prevalencia aumente en los próximos años.

Demencia es un término genérico utilizado para describir un grupo de trastornos neurológicos caracterizados por un deterioro de la función cognitiva que afecta a la memoria, el pensamiento, el comportamiento y la capacidad para realizar las actividades cotidianas.

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, representando aproximadamente el 60-80% de los casos. Otros tipos son la demencia vascular la demencia frontotemporal y la demencia por cuerpos de Lewy. La prevalencia mundial de la demencia no deja de aumentar, lo que plantea importantes retos a los sistemas sanitarios y a las personas afectadas.

Los estudios de investigación han indicado una posible asociación entre la pérdida de audición y un mayor riesgo de desarrollar demencia.

Un estudio realizado por Lin et al. (2011) descubrió que las personas con pérdida de audición no tratada tenían una mayor probabilidad de desarrollar demencia en comparación con aquellas sin discapacidad auditiva. Todavía se están estudiando las razones de esta relación, aunque principalmente se barajan varias teorías.

La teoría de la carga cognitiva propone que cuando el cerebro realiza un esfuerzo constante para comprender el habla y los sonidos, tiene menos recursos disponibles para otras tareas cognitivas, lo que puede contribuir al deterioro cognitivo con el tiempo. Este aumento de la carga cognitiva puede provocar cambios en la estructura y la función cerebrales, haciendo que los individuos sean más vulnerables a la demencia.

La pérdida de audición provoca dificultades de comunicación, especialmente en entornos ruidosos o en grupo.

Como resultado, las personas con pérdida auditiva pueden experimentar aislamiento social, y menor participación en actividades que antes disfrutaban. El aislamiento social se ha relacionado con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. La falta de interacción social y de estimulación mental puede tener efectos perjudiciales en la salud del cerebro y agravar aún más el deterioro cognitivo asociado a la demencia.

La estimulación auditiva desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la salud cerebral y la función cognitiva.

Realizar actividades que estimulen el sistema auditivo, como escuchar música, asistir a conciertos o participar en conversaciones, pueden ayudar a preservar las capacidades cognitivas y crear reserva cognitiva. La reserva cognitiva se refiere a la capacidad del cerebro para compensar los cambios o daños relacionados con la edad. Lo que permite a las personas funcionar mejor cerebralmente a pesar de la patología subyacente. Mediante la participación activa del sistema auditivo, las personas pueden mitigar el riesgo de desarrollar demencia.

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Abordar la pérdida de audición mediante un tratamiento adecuado, como los audífonos, puede ofrecer beneficios que van más allá de la mejora de la capacidad auditiva.

Los estudios Loughrey et al. (2018) han sugerido que el uso de audífonos puede reducir el deterioro cognitivo y mejorar las habilidades de comunicación, lo que podría ralentizar la progresión de la demencia. La intervención temprana es crucial, ya que la pérdida de audición no tratada puede provocar daños irreversibles en el sistema auditivo y aumentar el riesgo de deterioro cognitivo.

La comunicación eficaz resulta esencial cuando se interactúa con personas que padecen pérdida de audición y demencia.

Estrategias sencillas como mantener el contacto visual, hablar claro y despacio y minimizar el ruido de fondo pueden mejorar significativamente los resultados de la comunicación. Las tecnologías de apoyo, como los teléfonos con subtítulos y los dispositivos de amplificación personal, también pueden ayudar a superar las barreras de comunicación y mejorar el compromiso.

Las revisiones auditivas periódicas son cruciales para identificar y tratar con prontitud la pérdida de audición.

Las evaluaciones audiológicas nos permiten a los audiólogos controlar tu audición y los cambios en las capacidades auditivas, para poder proporcionar las intervenciones adecuadas. La colaboración entre los audiólogos especialistas en audición, y los profesionales de la demencia, es vital para garantizar una atención integral a las personas con riesgo o que experimentan pérdida de audición y deterioro cognitivo.